viernes, 17 de mayo de 2013

Despedida

Mi mirada no era compatible con ésta que soy hoy. Fui removiendo desconsuelos para encuadrar sólo tu sonrisa. Abrumadora forma de ir dando saltitos en los charcos de lluvia para no mojarme los zapatos. O peor aún, las medias. Como aquél reencuentro que hizo detener el mundo sin siquiera darnos por aludidos. La tormenta nos perseguía. Íbamos jugando a no dejarnos atrapar tan fácil, pero ya ves, quién puede escaparse de lo que es inevitable. 

Y así me persiguieron las horas. Los chistes malos, la risa obligada que después de ser obligada se convertía en una carcajada espontánea, los veintidós mensajes nuevos con letras consonánticas, la mañana que traspasaba las cortinas,  las cuarenta y tres cuadras de distancia, los beach boys y hey there delilah. 

Llegó la hora de decirme la verdad como la vez en que quedé con tus libros en un taxi y las palabras nos quedaban grandes porque el silencio era más que suficiente como testigo. Te encontré y me encontré. Y si nos perdimos, fue un gusto haberte encontrado alguna vez.