lunes, 25 de junio de 2012

Si fuera más fácil maquillar este invierno



Lunes y una vuelta de la facultad calificada como tempranera. Generalmente termino de tarde-noche pero siendo una excepción terminé temprano de patitas en la parada del colectivo, esperando volver a casa y haciéndome la idea de una tarde productiva.

No tenía demasiadas opciones pero había que decidirse por al menos un par. Lo que tenía en claro era mi merienda: pasar por la panadería, comprar algo bien rico del montón de cosas de golosa facturera y acompañarlo con una chocolatada de esas que hace mi abuela. Una bomba al estómago digna de una tarde solitaria entre mi alma y yo.

El colectivo que tenía que llegar nunca llegó. Creo que si digo media hora me quedo corta. Esperé, esperé hasta que se me fue la paciencia y el reproductor de música se quedó sin batería. Me tomé otro. Cualquiera. Por el centro iba a bajar seguro.

Una vez instalada y sentadita en el asiento saboreaba mi merienda. Música, un libro para acompañar el silencio, algún que otro apunte que tendría que leer pero que no iba a arruinarme la tarde... o quizás alguna peli. Mirar One Day por décimoquinta vez y repetir los diálogos como loquita que soy era una buena opción.

La película The Kid interpretada por Chaplin y recomendada por mi mejor amigo que la describió con un "es muda, en blanco y negro y está muy buena", no me tentaba demasiado. (Lucas prometo mirarla. Otro día.)

Mientras mis ideas se enfrentaban mano a mano para ver cuál era la merecedora de la victoria, llegué a destino después de una odisea que siempre me anda pisando los talones.

Para sanar la bronca, merendé lo que había imaginado. Busqué mil pretextos para no sentirme tan sola pero no sé por qué cuando la compañía es individual, el tiempo pasa más lento. Uno se llena de actividades, de quehaceres productivos para que la tardecita se despeje y nos acompañe en esta quietud movilizante, y nada.

El tiempo no es el mismo. Los minutos parecen detenerse. Mi silencio choca contra el ruido, el amontonamiento de autos, de gente, de gritos y bocinas. Otro mundo afuera.

Yo acá. Sentadita. Escribiendo. Volando. Y escuchando música.