miércoles, 23 de marzo de 2011

La receta del día

La lluvia me da ganas o de dormir o de hacer algo productivo que me ocupe la mayor parte de la tarde. 

Mientras pensaba qué podía hacer para satisfacer mi placer por lasboludeces.com hechas en casa, me puse a mirar revistas que tengo archivadas desde el año '99, teniendo en ese entonces 6 años de edad. Y entre las páginas un tanto recortadas, otro tanto rotas, me encontré con una receta de "Tortitas negras". Era una recetita de esas que salen para que los padres propensos al aburrimiento de sus hijos un día de lluvia, logren 'entretenerlos' con algo. 

Por supuesto que en la receta te muestran un terminado perfecto y cuando lo comparás con el que hiciste te das cuenta de que el tuyo es una especie de mezcolanza que requiere de la mano de obra de la propia Narda Lepes para que logre asemejarse al de la revista.

Cuando las miré no pude evitar largar una carcajada, porque éstas no eran unas tortas negras cualquiera, eran tortas negras con historia

Recuerdo que había invitado a una amiga llamada Josefina a dormir. Nos levantamos a las 6 de la mañana mientras en mi casa no se escuchaba más ruido que el del reloj de la cocina (siempre me angustió ese sonido decrépito que hace. Una tortura.) Mientras mirábamos recetas que podíamos hacer para 'sorprender' a mi familia, encontramos las famosas tortitas negras.

-¿Y si las hacemos, Anto?
-Bueno, pero mirá que no hay azúcar negra.
-No importa, hacemos la masa y quedan como galletitas.
-Dale. Hay "cositos de colores" que le ponemos a las tortas. Podemos ponerle eso en vez de azúcar.

Las hicimos. En la mitad de la preparación nos dimos cuenta de que no había manteca. Le pusimos huevos. La masa con confites de colores (que no sé si empeoraban el aspecto de nuestra receta) al horno media hora. No puedo describir con palabras lo que era todo ese asimétrico pedazo de revoltijo sin forma, con gusto desabrido, sin manteca, sin azúcar negra y con puñados de confites.
La cara de mi querido padre cuando se levantó a las 7 y se encontró con la cocina totalmente dada vuelta es retratable en mi memoria para toda la vida.

 Esa mañana el desayuno era chocolatada con cartón y confites.