viernes, 26 de noviembre de 2010

Anónimos


(Ni vos esperabas a una loca que andaba suelta por ahí y un día decidió cruzarte, ni yo esperaba tanta paciencia junta con brazos que buscan acompañarme a donde vaya.
Porque mi cara de pocos amigos, mi negación total, mi apatía constante no fueron suficientes para que dieras vuelta la cara y nos olvidáramos por completo. Desconocidos. Extraños. Anónimos.

Mi mundo empezó a tomar forma de verdad cuando me dí cuenta ingenuamente de lo que significabas para mí. Pero, ya ves, la vida no se cansa de sorprendernos. O el destino. O la simple casualidad.
Cambiamos conceptos pero seguimos insistiendo en lo mismo: ni yo te buscaba, ni vos me buscabas a mi. Y así es como suceden las realidades más reconfortantes y placenteras. Sin buscarse, sin poseerse pero a sabiendas de que somos uno. Y te quiero y te extraño y te agradezco.
Y mi vida hoy es un arsenal de felicidad...)



martes, 16 de noviembre de 2010

Sobre cómo me chanté los vestidos


De chiquita fui un pequeño hombrecito con colita atada, pie plano y una chueca que se notaba al caminar. Creo que haciendo instropectiva era el hijo varón que nunca tuvo mi papá. Futbolera y fanática de Boca. Miraba los partidos, me emocionaba, sabía los nombres de todos los jugadores, gritaba, caía en rabia y depresión cuando se metían con mi equipo.. Hasta le hacía la hinchada a mi padre cuando jugaba pequeños campeonatos entre sus amigos. No muchos de quienes me conocen tienen esa imagen de mí porque también estaba el otro lado: jugaba a las Barbies y mi madre experimentaba conmigo poniéndome vestiditos para cada ocasión que podía, combinándolos con cintas, hebillas y moños en el pelo.

Rara. Como todo en mi vida. Siempre fui de un desequilibrio bastante inusitado. Y creo que fue en el momento de crecer que tomé conciencia de lo que de verdad quería: ser más femenina. Dejar a un lado mis hábitos de varoncito. Me solté el pelo, me planté los broches de mi madre y terminé volcándome en el otro lado de la gran línea desnivelada de mi vida.
De todas maneras, cada tanto resurgen esos aspectos de mina futbolera que se enoja con medio mundo y que mira los partiditos con su papá criticando a todos los jugadores y pensando que ella juega mejor que esos par de muertos que no pueden ni jugar a la bolita y tienen que ir a aprender cómo diablos se.... Bueno, ya.

La cuestión es que mirando fotos y haciendo un breve análisis del producto que obtuve de diferentes amalgamas pude dar cuenta de esas pequeñas reminiscencias que me sacan una sonrisa. Lo recomiendo, es mejor que una sesión con el psicólogo.



*Dedicado a mi vecino gritón que me hizo reconstruír todo esto con sus festejitos por el partido con River. Para vos, salame.